La monodia profana
Comparado con la
abundancia de fuentes de monodias sagradas a partir del siglo X, el repertorio
de la canción profana anterior al 1150 está relativamente poco documentado, si
dejamos a un lado las ocasionales citas de estribillos poéticos populares en
los romances, obras de teatro y polifonía posteriores. Incluso en los casos en
los que se ha conservado la notación musical, no hay garantías de que se trate
de la obra original. No obstante, con el con el auge del provenzal y la lengua
de Oïl (una forma primitiva de francés) como lenguajes poéticos de los siglos
XII y XIII, se creó un amplio repertorio de canciones de trovadores y troveros
para las cortes de la nobleza francesa. Los trovadores (activos en el sur de Francia)
y los troveros (que actuaban en el norte) provenían de clases sociales
distintas, aunque la mayoría descendía de la aristocracia y escribía dentro de
las convenciones del amor cortesano, que elevaba a las mujeres a una relevante
posición en la sociedad.
No es casualidad que este periodo fuera testigo del
crecimiento del culto a la
Virgen María , pero también era la época de las Cruzadas. En
consecuencia, uno de los temas característicos de la producción de estos poetas
músicos era el de la guerra y la separación. Esta costumbre pronto se difundió por
Alemania, Italia y España.
En general, las
canciones de los troveros revelan un mayor interés por la organización formal
que las de los trovadores, y anticipan algunas de las estructuras de las
chansons de los siglos XIV y XV (especialmente el rondeau). Los cancioneros
recogen más de dos mil composiciones de este tipo, y no sólo identifican a
muchos de los compositores (por ejemplo, Teobaldo I, rey de Navarra,
1234-1253), sino que también retratan las vidas de las figuras más célebres. La
monodia profana decayó después del 1300, pero sobrevivió brevemente en los
virelais y lais de Guillaume de Machaut, inspirados en la poesía trovadoresca.
Junto a los
trovadores y troveros conviene citar a otro tipo de personajes, mitad poetas,
mitad saltimbanquis, llamados juglares. Iban de aldea en aldea, perseguidos por
la Iglesia, divirtiendo a un público analfabeto. Son los transmisores de la
música popular no litúrgica. Mientras que los trovadores componían y cantaban sus
propias obras, el juglar sólo interpretaba por no tener formación para más.
Enciclopedia Microsoft Encarta 2005.