sábado, 23 de julio de 2011

Lo que se entiende por música

La música


La palabra cultura, etimológicamente, procede del verbo colere (cultivar). Significa el conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grados de desarrollo artístico, científico y tecnológico de una sociedad.
La cultura en este sentido, consta de elementos materiales o físicos (técnicas, máquinas, etc.) y de elementos espirituales (ideas, leyes, etc.). Los elementos espirituales de la cultura pueden ser de dos clases:
·        Elementos espirituales que se objetivan en un soporte físico: la pintura, la escultura, la arquitectura, el cine, la literatura, etc.
·        Elementos espirituales que solo se objetivan fugazmente cuando se escuchan: la poesía oral y la música. En la música, por ejemplo, no basta que exista una composición escrita; solo toma realidad expresiva cuando se ejecuta o interpreta dicha composición.

La música es un lenguaje universal de la cultura. Por esta razón la música constituye desde el principio de la humanidad una de las manifestaciones más importantes dentro del contexto cultural de cualquier época o civilización. Sería imposible concebir la cultura renacentista sin Palestrina, la cultura barroca sin Bach, el clasicismo sin Mozart, o un siglo XX sin discos.
En la cultura occidental los diccionarios suelen definir la música como un arte que trata de la combinación de sonidos en un espacio de tiempo con el fin de producir un artificio que posea belleza o atractivo, que siga algún tipo de lógica interna y muestre una estructura inteligible, además de requerir un talento especial por parte de su creador. Resulta claro que la música no es fácil de definir, aunque históricamente la mayoría de las personas han reconocido el concepto de la música y acordado si un sonido determinado es o no musical.
La música, a lo largo de la historia ha servido a los distintos pueblos para acompañar los cambios de las estaciones. En sociedades agrarias, los ciclos de la naturaleza están estrechamente vinculados a las diferentes labores del campo. Por eso, la música ha sido y es también un medio de expresar los estados de ánimo del agricultor en los trabajos de siembra, recolección, pisa de la uva, etc. Se celebra y se sigue celebrando con canciones y danzas por una buena sementera y una abundante cosecha.
Todos los pueblos poseen un patrimonio musical, rico y variado, que se manifiesta en instrumentos, como la gaita escocesa, en bailes, como la jota aragonesa, en canciones, estilos, ritmos y obras musicales, que estudian no sólo la historia de la música, sino también ciencias como la etnología y el folclore.
Conocer y conservar ese patrimonio, que ha ido enriqueciéndonos a lo largo de los siglos, es obligación de todos los miembros de una comunidad.
En la actualidad, el contacto cada vez mayor entre los distintos pueblos no debe traducirse en una unificación de las formas musicales, ni en una imposición de aquellas sustentadas por una civilización dominante, sino en un mestizaje fecundo y en un mayor conocimiento y respeto de las singularidades de cada cultura.
Dentro de una misma cultura, la variedad de manifestaciones y formas musicales es tan grande como el número de situaciones con que se encuentran o se han encontrado los diversos grupos que forman esa cultura. La música no es privativa de un grupo social. Desde los más instruidos hasta los analfabetos, elaboran formas musicales, se expresan mediante la música. En un mismo período, canta el campesino en la recolección o en la vendimia, el artista en la ópera, el tonadillero, el enamorado, el desengañado. A efectos de clasificación suele distinguirse en cada época una música culta y una música popular. La primera está sometida a reglas y leyes; la segunda surge de modo espontáneo del alma de las gentes. Esta música popular constituye la parte más importante del folclore. Cada grupo social transmite y expresa sus mensajes y emociones valiéndose de la música: hay música del ámbito familiar, del ámbito del trabajo, de las manifestaciones religiosas, de los juegos y de las solemnidades.
De manera algo similar al lenguaje, se dice que cada sociedad posee una música —es decir, un sistema autocontenido dentro del cual tiene lugar la comunicación musical y que, al igual que el lenguaje, debe aprenderse para poder ser comprendido—. Los miembros de algunas sociedades participan en varias músicas; por ejemplo, los pueblos indígenas americanos modernos toman parte tanto de su música tradicional como de la música occidental en general.
Dentro de cada música pueden coexistir diferentes estratos, que se distinguen por el grado de aprendizaje (músicos profesionales frente a aficionados), el nivel social (la música de una elite frente a la de las masas), el mecenazgo y la manera de difundirla (oralmente, por notación o a través de los medios de comunicación). En Occidente y en ciertas culturas de Asia, es posible distinguir tres estratos básicos. El primero lo forma la música artística o clásica, compuesta e interpretada por profesionales y que en sus orígenes estaba bajo los auspicios del mecenazgo de cortes y establecimientos religiosos; el segundo, la música folclórica que comparten los pueblos —especialmente en su componente rural— y que se transmite de forma oral; y el tercero, la música popular, interpretada por profesionales, difundida por la radio, la televisión, los discos, las películas y la imprenta, y consumida por el público urbano masivo.
Las expresiones musicales cambian a lo largo del tiempo: se modifica la notación musical, se inventan nuevos instrumentos, surgen nuevos gustos, situaciones, etc. La historia de la música da cuenta de esos cambios, presentando los que son comunes a todas las culturas y los que son privativos de una cultura determinada.
Sin embargo, existen áreas con límites indefinidos entre la música y otros fenómenos sonoros como el habla. Las diferentes culturas difieren en su opinión acerca de la musicalidad de varios sonidos. Por ejemplo, algunos cantos tribales simples, un estilo de canto semi-hablado, o una composición creada mediante un programa informático podrían ser o no aceptados como música por los miembros de una sociedad o subgrupo dados. Los musulmanes no consideran la entonación del Corán como un tipo de música, aunque la estructura del canto es similar a la del canto profano. El contexto social de los sonidos puede determinar si éstos se considerarán música o no. Por ejemplo, los ruidos industriales no suelen considerarse música, excepto cuando se presentan como parte de una composición controlada por un individuo creativo, lo que se denomina música concreta. No obstante, durante los últimos 50 años, las nuevas estéticas de la música occidental han desafiado este planteamiento. Compositores como John Cage han producido obras en las que el oyente es invitado a escuchar música a partir de los sonidos ambientales de un entorno.
También hay diferencia de opinión respecto a los orígenes y el significado espiritual de la música. En ciertas culturas africanas está considerada como algo exclusivo de los seres humanos; entre algunos pueblos indígenas americanos se cree que se originó para comunicarse con los espíritus. En la cultura occidental, la música se considera algo inherentemente bueno y agradable.
La música tiene diferentes funciones, y en algunas sociedades ciertos sucesos serían inconcebibles sin ella. Un estudio correcto de la música debería contemplar no sólo el sonido musical en sí mismo, sino también los conceptos que llevan a su existencia, con sus formas y funciones particulares en cada cultura y con la conducta humana que lo produce.

REGIONES MUSICALES

Cada cultura posee su propia música. Las tradiciones clásicas, folclóricas y populares de una región suelen estar muy relacionadas entre sí y son fácilmente reconocibles como parte de un mismo sistema. Los pueblos del mundo pueden agruparse musicalmente en varias grandes áreas, cada cual con su dialecto musical característico. Estas áreas son: Europa y Occidente; el Próximo Oriente y el norte de África; Asia central y el subcontinente de la India; el Sureste asiático e Indonesia; Oceanía; China, Corea y Japón; y las culturas indígenas de América. Todas coinciden vagamente con las relaciones culturales e históricas, pero resulta sorprendente comprobar que no se corresponden con las relaciones lingüísticas.
La historia de la música occidental —la más documentada gracias a la notación musical occidental— suele dividirse por convención en épocas de estabilidad relativa separadas por cortos periodos de cambios más drásticos. Los periodos aceptados por convención son la edad media (desde alrededor de 1450), el renacimiento (1450-1600), el periodo del barroco (1600-1750), la época del clasicismo (1750-1820), el romanticismo (1820-1920) y el periodo moderno. Otras culturas, aunque menos documentadas, han experimentado de forma similar cambios y evoluciones (no necesariamente siempre en la dirección de una complejidad mayor), por lo que incluso las músicas tribales más simples tienen una historia. Sin embargo, la rapidez de los transportes y los medios de comunicación en el siglo XX han propiciado la difusión de los estilos musicales de las distintas áreas geográficas por todo el mundo.


Extraído de la Enciclopedia del Estudiante de Ediciones Santillana y Biblioteca de Consulta Microsoft ® Encarta ® 2005

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