viernes, 1 de marzo de 2013

Rarezas


compositores  originales

La música seria en general no es asunto de risa. Pero algunos compositores han demostrado que un toque de humor no siempre está fuera de lugar en música de valor perdurable.
Uno de ellos fue el francés Erik Satie. Nacido en 1866, trabajó años como pianista en un cabaret parisino y componía en sus ratos libres. Tanto en su vida como en su música manifestó un inusual sentido del humor. Daba a sus obras extraños títulos como Tres piezas en forma de pera, y llenaba las partituras con instrucciones estrafalarias para los intérpretes. En una obra pide al pianista que toque como si fuera “un ruiseñor con dolor de muelas”.
La vida privada de Satie era igualmente excéntrica, nunca se le vio sin paraguas, de los cuales tenía cientos, y vivió los últimos 30 años de su vida en un cuarto de un suburbio de París, donde no permitía entrar a nadie. Cuando al fin sus amigos entraron al cuarto después de su muerte, en 1925, sólo encontraron una cama, una silla, una mesa, un piano roto y 12 trajes de terciopelo gris comprados el mismo día y sin estrenar. Pero las extravagancias de Satie no obstaron para que su música fuera apreciada por sus más talentosos contemporáneos; influyó en muchos compositores posteriores y aún goza de gran popularidad.
En contraste, Charles Ives, compositor estadounidense del siglo XX, fue mucho más estrafalario en su música que en su vida. Pese a haber estudiado música, decidió que la venta de seguros le ofrecía una mejor vida, y, de hecho, se hizo millonario con dicha actividad. Pero dedicó a la composición casi cada momento libre de su atareada vida, y componía en los trenes y por las noches en casa. Poco pensó en la ejecución o la publicación de su obra, que en gran parte vio la luz pública sólo después de su muerte, acaecida en 1954.
Ives encontró la inspiración en los sonidos de la vida cotidiana. En su música se mezclaba el tañer de las campanas de una iglesia con una banda militar, el silbido de vagabundos y el ritmo de un himno, en una gloriosa discordancia experimental. En otras palabras, como verdadero excéntrico, hizo exactamente lo que quiso cuando lo quiso, y el resultado fue una música que es única en su energía y originalidad.

¿Sabía usted qué...?, Reader’s Digest, 1990