sábado, 17 de septiembre de 2011

La música de Jairo

Caballo loco
Música: Jairo
Letra: Daniel Salzano
 

Aquí te traigo las llaves
de la casa de Belgrano,
como quiere el abogado
 te las doy en propias manos.
Ahora la casa es tuya
vos sabrás lo que hay que hacer,
podés cerrarla, venderla,
o ponerla... o ponerla en alquiler

Me dijo el almacenero
que hay un tipo interesado,
anda loco por mudarse
y pagaría al contado.
Yo hace un mes que estoy viviendo
en un hotel de Cangallo,
aburrido como un hongo,
 y más solo que un caballo.

Vos sabés como es la vida
que se lleva en los hoteles,
durmiendo, mirando el techo,
garabateando papeles.
A vos te veo preciosa,
te has dejado el pelo largo.
te parecés al dibujo de la virgen,
de la virgen de Leonardo

Te acordás que lo compramos
cuando fuimos a Milán,
lo pegamos con dos chinches
en la puerta del desván.
Ahora tengo que irme,
estoy mal estacionado.
No tengo mucho que hacer
pero ando siempre apurado

No te vayás a olvidar
de decirle al abogado
que ya te entregué las llaves,
si no se pone pesado.
Ya sabés donde encontrarme,
en el hotel de Cangallo,
si se te ocurre llamarme
preguntá... preguntá por el caballo.

La Música de la India


Así como no existe una lengua india propiamente dicha, sino cientos de lenguajes diferentes, tampoco existe una entidad única en la música de la India. La gama de estilos y tradiciones musicales del subcontinente del sur de Asia, que comprende a los modernos estados de la India, Pakistán, Bangladesh, Nepal y Sri Lanka, está en relación con la vasta área geográfica que ocupa y la densidad de su población. Ello resulta más obvio en el caso de la música folclórica y tribal. Dado que la India es predominantemente rural, podría pensarse que dichas categorías de música son las mayoritarias. Por otra parte, el rápido desarrollo de las comunicaciones y el acceso más amplio a los medios de comunicación de masas han contribuido a crear lo que casi constituye, a pesar de las diferencias lingüísticas, una música popular pan-india, grabada y difundida por medios electrónicos. Esta música tiene su origen en la industria cinematográfica india, en la cual tienden a sumarse, a las fórmulas comunicativas habituales, otros subproductos como las canciones y los bailes. Las canciones de las películas se escuchan en toda la India, en las calles de las ciudades e incluso en las aldeas remotas, y se han convertido en una de las exportaciones culturales más importantes del país. Se trata de un género marcadamente ecléctico; toma prestado libremente desde músicas de los intérpretes indios hasta melodías populares de todo el mundo, incluidos algunos sistemas armónicos occidentales. Por otra parte, la música india se caracteriza por sus melodías para solista o al unísono, con uso frecuente de un sonido sostenido o pedal —audible o sugerido— y ciclos rítmicos. Es inigualable por su variedad de tipos melódicos y rítmicos y por los instrumentos musicales que utiliza.

Lo que generalmente se entiende por música de la India se refiere a la tradición clásica, que se basa en el sistema melódico de los raga y el sistema métrico de los tala. Esta música se remonta miles de años, a los tiempos de los cantos de los Veda, aunque alcanzó su forma actual durante los últimos 400 o 500 años. Esta evolución de casi dos mil años ha sido documentada en una serie de tratados teóricos, la mayor parte de ellos escritos en sánscrito. El término habitual de los textos en sánscrito para referirse a la música es sangit, palabra que denota la primacía de la música vocal; la música instrumental se deriva en gran parte de aquélla, y la danza es otro elemento integrador. Si bien no se espera que los músicos sean bailarines, sí es vital que los bailarines sean músicos. Las invasiones musulmanas y el establecimiento del sultanato de Delhi en el siglo XIII y del Imperio mogol en el siglo XVI en la parte norte del subcontinente, contribuyeron a la ramificación de la música clásica del siglo XVI: por una parte, en la tradición moderna de la música indostánica, y, por otra, en la tradición sureña de la música de Carnatia, así como en el cambio gradual de ambos estilos partiendo de su aplicación religiosa hasta su transformación en entretenimiento cortesano. Ambas corrientes mantienen en su base los ragas y talas, y comparten muchos otros aspectos comunes, aunque son lo suficientemente diferentes como para requerir cada una, una formación específica. Desde su independencia en 1947 y la desaparición de las cortes principescas, la música india ha llegado a las salas de conciertos, los estudios de grabación y los escenarios del mundo.


Encarta, 2005

sábado, 10 de septiembre de 2011

La música de Soda Stereo

Cancion Animal'
 

Hipnotismo de un flagelo
dulce, tan dulce
cuero, piel y metal
carmín y charol.
Cuando el cuerpo no espera
lo que llaman amor...
Cada lagrima de hambre
el más puro néctar
nada más dulce que el deseo en
cadenas.
Cuando el cuerpo no espera
lo que llaman amor...
(siempre) más
se pide y se vive
canción animal
canción animal.
No me sirven las palabras
gemir es mejor
cuando el cuerpo no espera
lo que llaman amor.
más se pide y se vive
canción animal
canción animal

Soda Stereo

Música japonesa


La música tradicional de Japón es interpretada por pequeños conjuntos de instrumentos y voces. Las composiciones suelen tener una estructura de tres partes llamadas jo-ha-kyū. Su estructura consta de una introducción, una parte a modo de relajamiento en la sección central, y un efecto de aceleración hacia el final de la obra. Esta disposición se conserva en gran parte de la música japonesa y se aplica tanto a las frases musicales individuales como a las composiciones en su conjunto.

La música del sintoísmo, la antigua religión japonesa, se llama kagura (la buena música). Se utiliza en las ceremonias religiosas o en las funciones imperiales y también en los festivales folclóricos sintoístas. Las canciones y danzas están destinadas a alabar a los dioses y a entretenerlos. La música de los festivales estacionales se interpreta con tambores, carracas y flautas; los bailarines interpretan esta música dentro y fuera de los templos. Sus actuaciones están intercaladas con cantos a los dioses.
La música budista de Japón se canta en sánscrito, chino o japonés. Se caracteriza por una profusa ornamentación y un ritmo libre. Las campanas suenan de forma intermitente. Las danzas bon-odori del festival o-bon están limitadas en sus movimientos; las acompañan cantantes y a veces la flauta, el tambor y el shamisen, un laúd de tres cuerdas.

La antigua música cortesana de Japón (gagaku) tiene sus orígenes en el siglo VIII. Proviene principalmente de China y Corea. Las orquestas gagaku pueden contar con hasta 17 músicos entre los instrumentos de viento-madera, de cuerdas pulsadas y percusión. Entre los vientos se incluye una flauta, generalmente del tipo conocido como ryûteki; un tubo corto de doble lengüeta llamado hichiriki; y un shô, un órgano de boca sin lengüetas que tiene 17 tubos de bambú insertados en una caja semiesférica con un agujero para soplar. La flauta y el tubo de doble lengüeta tocan la melodía, mientras el órgano de boca hace un fondo de sonidos superpuestos. Las frases de la música se marcan mediante los sonidos de un tambor horizontal de doble membrana (kakko), un tambor colgante grande (taiko) y un pequeño gong (shôko), así como por medio de unas melodías y arpegios cortos interpretados con el laúd de cuatro cuerdas (biwa) y la cítara de 13 cuerdas (koto). La música de gagaku utiliza seis modos o escalas de origen chino, todas ellas derivadas de dos escalas pentatónicas básicas: ryo (re, mi, fa sostenido, la, si, además de sol y do sostenido como notas auxiliares) y ritsu (sol, la, do, re, mi, además de si y fa como auxiliares). Los compases de la música de gagaku son básicamente de dos tiempos.

La música para teatro a principios de la edad media estuvo influida por la música budista primitiva. Consistía en acompañamientos al laúd de unas narraciones llamadas heikebiwa y de música para el teatro nō. Los acompañamientos al laúd establecían unas estructuras melódicas y rítmicas que solían representar emociones o situaciones específicas. La música del nō contiene partes para voces y para instrumentos. Los actores o un coro cantan mientras los instrumentistas les acompañan con un tambor de hombro (ko-tsuzumi) y un tambor de cadera (ô-tsuzumi). El conjunto instrumental completo (llamado hayashi) incluye también una flauta (nô-kan), que señala las divisiones formales dentro del drama, añade color a los momentos líricos y acompaña a las danzas, para las cuales también se usa el tambor taiko. La música de nō utiliza sus patrones melódicos y rítmicos dentro de unas formas preestablecidas, pero se toca con una velocidad (tempo) flexible. Las variaciones en el tempo de la música del nō las marcan los intérpretes de los tambores.

La forma más popular de teatro tradicional japonés es el kabuki, que se estima que nació en 1596, y logró establecerse a mediados del siglo XVII. La música de kabuki utiliza instrumentistas y cantantes, la mayoría de los cuales se sientan en la parte trasera del escenario, mientras que otros permanecen fuera de la escena ejecutando efectos sonoros y una música de acompañamiento especial. La forma principal de la música de danza en el kabuki es el nagauta, interpretado por el grupo instrumental del nō y el shamisen. La forma musical más famosa usada en las obras de marionetas se llama gidayū.

A partir de 1500 se hizo popular la música para los instrumentos solistas shamisen y koto. Originariamente, la música de ambos instrumentos era una colección de canciones cortas no relacionadas entre sí (kumiuta). Sin embargo, la música koto desarrolló algunas formas que son totalmente instrumentales y otras que son en parte vocales. Un ejemplo de forma totalmente instrumental es el danmono, que es un tema con variaciones. Un ejemplo de combinación instrumental y vocal es el jiuta, en el que se alternan las voces y los instrumentos. En los interludios instrumentales se usan de uno a tres kotos, a los que suele añadirse un shamisen y un shakuhachi, una flauta vertical. La música de shamisen es de dos tipos: piezas líricas para el entretenimiento hogareño (utaimono); y la música teatral para el drama kabuki y las obras de marionetas. El koto suele afinarse en una de las dos escalas pentatónicas de origen local: la in (re, mi bemol, sol, la, si bemol, con notas auxiliares fa y do) y el yo (re, fa, sol, la, do, con mi y si bemol auxiliares).

Cuando Mutsu-Hito se convirtió en emperador de Japón, como Meiji Tenno, en 1867, se empezaron a aceptar las influencias occidentales. Los compositores desarrollaron nuevas formas basándose en modelos occidentales. Japón posee ahora muchas orquestas y compañías de ópera excelentes. La música que se enseña en las escuelas públicas es básicamente occidental. A pesar de ello, la antigua música tradicional sigue siendo popular. Uno de los profesores responsables de la introducción de los modos europeos fue Suzuki Shin'ichi, que estudió en Berlín. Fue él quien diseñó un método muy aclamado de enseñanza musical para la infancia (especialmente el violín). Takemitsu Toru uno de los compositores modernos más conocidos de Japón, se atrevió a producir una nueva música con instrumentos japoneses utilizados a la manera occidental. Réquiem para cuerdas (1957) es una de sus obras más interpretadas. November Steps II (1967) es un concierto doble para orquesta e instrumentos japoneses, encargado por la Orquesta Filarmónica de Nueva York. También ha compuesto varias piezas para el pianista estadounidense Peter Serkin.

La música folclórica japonesa, de origen muy antiguo, existe básicamente bajo las formas de una música de carácter religioso, canciones de trabajo y acompañamientos a la danza. Los entretenimientos folclóricos, como los bailes de máscaras, el teatro folclórico y las danzas comunales, incluyen partes musicales y acompañamientos. Las tribus del norte de Japón, como los ainus, tienen una tradición musical distinta que sugiere vínculos ancestrales con el norte de Asia.


Encarta,  2005

lunes, 5 de septiembre de 2011

Johann Sebastian Bach

Concierto para violín nº1 en La menor, BWV 1041

    Este concierto data posiblemente de 1720 y es una muestra admirable de la capacidad de Bach para innovar sobre los modelos consagrados por la tradición. En este caso consigue no solo individualizar la parte del solista y de la orquesta, sino que ambos grupos intercambian material melódico y temático, se mezclan, se separan, dando una sensación de movimiento continuo, de constante cambio. El acompañamiento, aunque limitado a las cuerdas, es también más rico en detalles, en contraste con muchas páginas italianas de la época, en las que siempre es algo secundario, una especie de relleno, cuya función básica es diferenciarse del solista o acompañarlo sin que se note demasiado. Todo eso está ya presente en el Allegro inicial, un movimiento caracterizado por la energía rítmica y los contrastes entre tutti y el solista.

    El Andante central empieza en el bajo continuo, que presenta una idea de ostinato, una fórmula rítmico-melódica que se irá repitiendo inexorablemente a lo largo de todo el tiempo, sobre la cual el solista, en una intervención teñida de lirismo, despliega una sentida y ornamentada melodía. 

El Allegro assai final toma la forma de una giga, una danza típica de las suites instrumentales, que cierra la partitura de una forma brillante, acentuada por algunos pasajes fugados y por dos extensos episodios solísticos de considerable dificultad técnica para el intérprete.

Gran Selección. Deutsche Grammophon. Santillana S.A., 2008   




Wolfgang Amadeus Mozart

Sinfonía Nº 40, KV 550

    Finalizada el 27 de julio de 1778, la Sinfonía nº40 en Sol menor. KV 550 de  Mozart recurre a una orquesta integrada por una flauta, dos oboes,dos fagots, dos trompas y cuerdas, aunque existe también una segunda versión que incluye clarinetes, el instrumento preferido del compositor en esa época. Detalle interesante de ella es que está en la misma tonalidad que una de sus más originales y dramáticas sinfonías de juventud, la Sinfonía nº 25 de 1773 escrita en plena vorágine del Sturm und Drang y de su anhelo de crear obras con un componente personal importante, más subjetivas que objetivas, que anuncian la expresividad desenfrenada del romanticismo. Y ése es también el espíritu que comparte esta nueva sinfonía, un deseo de expresión que en ocasiones alcanza extremos de gran violencia, como si Mozart luchara por rebelarse ante una realidad que en esa época, a finales de la década de 1780, le era hostil: el público le daba la espalda, no conseguía encargos o los que lograba no estaban a la altura de su genio (por ejemplo, las danzas para animar los festejos de la corte), ni tampoco puestos en los estamentos musicales de la ciudad, con lo que su situación financiera era cada vez más preocupante. Y eso a pesar de la confianza ilimitada en sus facultades de un grupo de entusiastas amigos.

    Llevado por su genio como compositor de ópera, Mozart parece expresar todo esto en la Sinfonía nº40, aunque sin llegar a hacer en ningún momento una confesión programática. Por otro lado, estamos ante una música escrita con una habilidad y una inspiración que no tienen parangón en esa época. Al igual que lo que paralelamente está haciendo su amigo Franz Joseph Haydn con sus seis sinfonías de París, escritas dos años antes, y lo que hará con sus doce sinfonías de Londres, escritas entre 1791 y 1795, Mozart innova la forma: el esquema tradicional se le ha quedado pequeño y lo lleva a sus últimas consecuencias, lo hace literalmente explotar. 

    Dividida en los cuatro movimientos tradicionales, tres de los cuales siguen la forma sonata, la Sinfonía nº 40 se abre con un Molto allegro que nos introduce de lleno en el clima un tanto tenso, oscuro y sombrío que dominará toda la partitura, desde ese ominoso primer tema en los violines, bajo un fondo en corcheas de las violas, que va ganando en crispación a medida que avanza. Solo la aparición del segundo tema aportará algo de paz a este movimiento, aunque sea momentáneo, eso sí, sin que nunca pierda esa transparencia sonora inconfundiblemente mozartiana.

    El Andante es un canto melancólico, de una dulzura exquisita, gracias a los matices que aportan las maderas. El tercer movimiento, por su parte, es uno de los minuetos más agresivos y vigorosos escritos nunca por Mozart, sorprendiendo al mismo tiempo por sus irregularidades rítmicas y por ser un prodigio de escritura contrapuntística. Su trío, con el protagonismo de los instrumentos de viento, incluidas las trompas, trae algo de la gracilidad esperable en un minueto. El Allegro assai final, a pesar de unos primeros compases ligeros, llevará al máximo grado de concentración la nerviosa energía que preside toda la sinfonía, violentado todo por los constantes contrastes dinámicos, la rápida alternancia entre solistas y tutti orquesta, y una armonía exasperada, culminando en una coda igual de agitada y llena de angustia. De este modo, los cuatro movimientos dan la impresión de ser las cuatro partes de un drama que evoluciona hacia ese finale y que en él halla su  resolución. 

Gran Selección. Deutsche Grammophon. Santillana. S.A.  2008

domingo, 4 de septiembre de 2011

Tango



La música de León Gieco

"Las Madres del Amor "

 

Letra : León Gieco / Música: Luis Gurevich

Enarbolando dignidad
sobre pueblos vencidos,
abriéndose caminos entre sueño y horror,
van pariendo mucha más vida
de la que se truncó
Por siempre joven nos mira la foto de ayer y hoy

Y mañana seguirán con fuego en los pies
quemando olvido, silencio y perdón
Van saltando todos los charcos
del dolor que sangró,
desparramando fe, las Madres del Amor

Muchos son los santos que están
entre rejas de Dios
y tantos asesinos gozando de este sol
Todos los gritos rebotarán
entre los años sin voz
Silueta y catedral, campanas y reloj

Y mañana seguirán tapándole los ojos
al cielo para que no vuelva a llorar
Van cruzando este destino,
entre ignorancia y valor,
luz en la oscuridad, las Madres del Amor
 
RUSS KUNKEL batería / JIMMY JOHNSON bajo / MICHAEL THOMPSON guitarras / RICARDO MOLLO guitarra y coros / CLAUDIO MARCIELLO guitarra / EDUARDO ROGATTI guitarra y mandolín /  CHARLY GARCIA órgano / NITO MESTRE coros /  ANDRÉS JIMÉNEZ coros / GUSTAVO SATAOLALLA coros / CHIZZO NÁPOLI ccoros /  LUIS GUREVICH coros /  LEON GIECO guitarra, armónica y voces

Música árabe




La música árabe es la música de los países árabes del Oriente Próximo y del norte de África. La tradición de esta música se ha conservado en todas las regiones árabes durante miles de años. Si bien ha sufrido muchos cambios con el paso de los siglos, ha mantenido ciertos rasgos distintivos.
La tradición de la música árabe se desarrolló en las cortes de las dinastías islámicas desde el siglo VII hasta el XIII. Floreció durante la dinastía Omeya de Siria a lo largo de los siglos VII y VIII. A Bagdad, ya en época de los Abasíes, fueron llevados los mejores músicos, cuando gobernaba Harun al-Rashid (766-809), que fue mecenas de las artes musicales durante el siglo VIII. Todas las ciudades del mundo musulmán, desde España y el norte de África hasta las del Oriente Próximo, acogieron a numerosos artistas. Estos músicos solían ser a la vez compositores, poetas e intérpretes.
Si bien los principales escritos sobre música árabe aparecieron después de la expansión del Islam a principios del siglo VII, la tradición musical ya había comenzado bajo las influencias preislámicas. Antes de la expansión musulmana la música árabe había incorporado las tradiciones musicales de la dinastía sasánida (226-641) de Persia y del antiguo Imperio bizantino (siglos IV a VI), así como de la poesía cantada de la península Arábiga. Los estudiosos árabes también aprendieron de los escritos sobre música de los filósofos de la antigua Grecia. Teóricos musicales de los siglos X y XI como Alfarabí y Avicena (980-1037), construyeron sus propias teorías basándose en la tradición griega y en la música de su tiempo. Estas obras griegas traducidas por los eruditos árabes fueron más tarde objeto del estudio de los científicos y filósofos europeos.
La música árabe se crea a partir del uso de sistemas melódicos y rítmicos no armónicos. Las melodías provienen de una amplia variedad de modos melódicos, conocidos como maqamat. En los libros árabes de música se encuentran hasta 52 maqamat, de los cuales al menos una docena son de uso habitual. Estos modos utilizan más notas por octava que las escalas occidentales, con intervalos (microtonales) notablemente más pequeños que los semitonos occidentales. Las melodías árabes también suelen utilizar con frecuencia la segunda aumentada, un intervalo poco frecuente en las melodías de Occidente. Los sonidos de la música árabe son un ejercicio de melodía con sutilezas y variación creativa, que hace gala de una ornamentación continua y a menudo intrincada. En la melodía del ejemplo, la primera línea de la música representa el comienzo de una lección o una actuación simple. La segunda línea muestra las notas que el músico ha utilizado en forma de escala. Una escala similar a la que se señala es la utilizada por los maestros árabes para que sus alumnos aprendan a componer y tocar música.
La estructura rítmica de la música árabe tiene una complejidad similar. Los ciclos rítmicos tienen hasta 48 pulsos y engloban varios tiempos fuertes (llamados dums), así como tiempos débiles (llamados taks) y silencios. Para captar el modo rítmico, el oyente debe identificar un patrón largo. Es más: los músicos no tocan simplemente el patrón, sino que lo elaboran y ornamentan y, a menudo, se hace reconocible gracias a la disposición de los tiempos fuertes. El ejemplo muestra una interpretación simple del modo rítmico llamado samaci thaqil, al que sigue un patrón básico.
El control de la melodía y el ritmo de estos sistemas es fundamental para la composición y la interpretación de la música árabe. Los estudiantes también aprenden piezas musicales, tanto canciones como obras instrumentales, pero raramente las interpretan exactamente como aparecían en su composición o presentación originales. En la tradición árabe, los buenos músicos ofrecen algo nuevo en cada presentación, mediante la variación y la improvisación de piezas o modelos conocidos (taksim), de manera similar a los músicos clásicos de la India o los de jazz; estas innovaciones pueden ser composiciones prolongadas, de más de diez minutos y hasta una hora de duración, que sólo conservan una semejanza con la estructura general de los modelos.
Las invenciones del músico tradicionalmente dependen de la respuesta del público que reacciona durante la actuación, bien de forma verbal o mediante el aplauso; el silencio es interpretado como falta de interés o signo de desaprobación. Los miembros del público, en esta tradición, participan activamente en la determinación del tiempo de la actuación y en el perfil de la pieza musical, animando a los intérpretes a repetir una sección de la misma o a pasar a la siguiente.
Históricamente las palabras y la música han estado estrechamente unidas en la música árabe. El canto sigue siendo el rasgo central. Aunque se distingue de la música, el Corán —libro santo del islam— se recita en voz alta, en público, y a menudo siguiendo los modos melódicos de la música árabe. Las imprecaciones religiosas y las canciones de la música de los países islámicos se basan en el sistema musical pero enfatizan el texto de una manera similar al recitado del Corán.
La oratoria es un arte apreciado en las sociedades árabes. Tradicionalmente los recitales de poesía forman parte de las ceremonias, celebraciones y otras actuaciones. Los poemas sofisticados y los versos coloquiales suelen cantarse con la esperanza de que la ejecución del cantante profundice en el espíritu y significación del poema, aunque sin oscurecer sus juegos de palabras. El canto de una qasidah, un largo poema narrativo de temática referida a la descripción de la naturaleza, sucesos políticos o devoción religiosa, sirve de ejemplo de la tradición clásica preislámica, en la cual los cantantes seleccionan una docena o más de líneas intensas de poemas mucho más extensos y crean melodías para ellas. Sus versiones poseen variaciones e improvisaciones largas que hacen que los oyentes se sientan arrastrados por el espíritu de la poesía y la música. Esta tradición continúa en una multitud de géneros de canciones, incluso en algunas de carácter folclórico y muy coloquial que se tocan en pequeñas aldeas y operan de forma similar, es decir, combinando ideas y juegos de palabras sofisticados con una ejecución musical creativa.
Los instrumentos más utilizados en la interpretación de la música árabe son el ûd, pariente del laúd europeo y el ney, una flauta vertical de lengüeta. Entre las percusiones más habituales encontramos los tambores en forma de reloj de arena y las panderetas, con o sin platillos. Estos instrumentos varían en nombre y forma según la región de origen. En las celebraciones al aire libre se tocan instrumentos de lengüeta doble de tamaños diferentes, como el mijwiz libanés y el mizmar egipcio. El rababah, un violín árabe, está históricamente relacionado con el europeo, que hoy también puede encontrarse en muchas regiones árabes (tal como ha sido adoptado en la música clásica de la India).
Las actuaciones solistas deben provocar la participación del público, al que se considera con buen criterio, lo que representa la cima del cumplido musical para el instrumentista, una experiencia similar a la que el canto de la poesía representa para el vocalista. Durante un taqsim (una forma de improvisación instrumental), el instrumentista escoge un modo melódico, ofrece la interpretación del mismo, asciende de tesitura y modula a otros modos. En ocasiones, el intérprete desciende de nota para finalizar en el modo original. El nivel musical se mide por el virtuosismo técnico, la creatividad y la sutileza del músico para sugerir otros modos, composiciones e incluso la música de otros artistas.
Las actuaciones tradicionales —tanto si son espectáculos clásicos en salas de conciertos, como representaciones en hoteles o programas de televisión— suelen englobar actuaciones tanto instrumentales como de cantantes, a menudo en alternancia, que duran cerca de una hora y que están dispuestas de tal manera que alcanzan su cima durante la interpretación vocal. Esas colecciones de piezas —métricas o no, vocales o instrumentales, simples o complejas y muchas veces unificadas por un modo— son esenciales en la música árabe. Ejemplos de este estilo musical son las formas de la nuba, norteafricana aunque de origen andaluz, y la waslah del Mediterráneo oriental, que son las formas habituales de entretenimiento en las reuniones de los hombres árabes. Las actuaciones modernas de la vocalista egipcia Um Kalsum y del sirio Sabah Fakhri ejemplifican esta tradición en el siglo XX.
Si bien se han mantenido los principios generales, la tradición de la música árabe ha cambiado a lo largo de los siglos. Las prácticas locales características han evolucionado y se han convertido en una identidad cultural de sus sociedades respectivas. Por ejemplo, las ciudades norteafricanas de Fez, Tetuán, Tremecén y Túnez tienen distintas versiones de la nuba andalusí, lo que ayuda a definir la cultura local. Además, están estrechamente relacionadas con las historias de sus regiones. Los modos melódicos del mismo nombre se afinan con ligeras diferencias en Siria, Egipto, Irak y en los países del norte de África; la música de estas regiones se distingue por la entonación. Los modos rítmicos también tienen diferentes articulaciones según las distintas procedencias. Los estilos de las melodías y las versiones difieren. La poesía cantada, especialmente la que lo hace en un verso coloquial, cambia según los dialectos locales. El maqam iraquí no es simplemente un modo melódico, sino una serie de piezas en un modo particular. La palabra maqam en Irak conlleva un significado más cercano al de waslah o de nuba que la misma palabra en otros sitios.
Dada la ausencia de registros o notación anterior al siglo XX, resulta imposible dar un fecha certera del nacimiento de las melodías. Algunos ejemplos particulares, específicamente las de al-Andalus o las del muwashshahat sirio pueden ser centenarias, pero no parece que hayan permanecido intactas con el paso de los años. Hay piezas musicales muy conocidas de época antigua que probablemente hayan estado, a lo largo de la historia, sujetas a la reinterpretación en diferentes sitios.
En el mundo árabe se pueden encontrar cientos de tradiciones folclóricas locales, algunas de las cuales llevan las huellas de las prácticas musicales de pueblos con los que la cultura árabe ha tenido contacto. Así, se considera que las ricas tradiciones de percusión de los estados del golfo Pérsico son el resultado de un frecuente contacto con mercaderes africanos. La tradición gnawa de Marruecos toma su nombre de los esclavos guineanos llevados a Marruecos desde el África occidental. La música nubia de Egipto muestra un sistema melódico propio que utiliza una escala pentatónica (de cinco notas) e incorpora ritmos que la distinguen. En muchos casos, los oyentes locales no dudarían en englobar esas tradiciones entre los componentes propios de la música y la cultura árabes. En España la tradición árabe se enriqueció con la influencia andaluza dando origen a nuevas formas como la moaxaja y el zéjel.
La música popular árabe proviene tanto de estilos folclóricos como clásicos, en cualquier caso, de acuerdo con los intereses y experiencias de los músicos y sus públicos. Los teclados electrónicos afinados en los maqamat son los instrumentos que suelen acompañar a cantantes y al verso coloquial en las canciones populares. Los tambores y ritmos de la música folclórica son una parte fundamental de los grandes conciertos en los que intervienen músicos jóvenes. En algunos casos, los cantantes adaptan su estilo para establecer vínculos con públicos cuya lengua materna no es el árabe y tratar al mismo tiempo de mantener algo de la tradición musical propia.
La tradición de la música árabe no tiene una existencia aparte, sino que cohabita con las tradiciones de Turquía, Irán y Asia central. Existen elementos comunes en los sistemas melódicos predominantes de la dastgah persa, el mugam azerí, el makam turco, el shashmaqam uzbeco-tayico y el maqam ugur de China. Las comunidades musulmanas de todo el mundo comparten las tradiciones del recitado coránico y la canción religiosa. De forma similar, los cantos religiosos de las iglesias cristianas del Próximo Oriente, como la maronita de Siria y la copta de Egipto, son compartidos por miembros de sus iglesias en todo el mundo.


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