sábado, 1 de junio de 2013

Las pianolas

El mágico piano mecánico
 
Todavía en la década de 1920, las pianolas eran una de las formas de entretenimiento más populares en todo el mundo. Con teclas que subían y bajaban como si las tocaran dedos fantasmales, estas “pianolas” (en realidad este nombre fue la marca comercial de un fabricante) llenaban con su música tanto bares oscuros como salones respetables. Sólo en los Estados Unidos, a principios de la década citada fueron fabricados medio millón de estos instrumentos. Pero en la de 1930, con la creciente popularidad de la radio y el gramófono, prácticamente desaparecieron.
La primera pianola se patentó en Francia en 1863. Consistía en un gabinete con “dedos” de fieltro, que se colocaba en la parte delantera del piano, sobre las teclas. En su interior, una barra rastreadora “leía” los orificios de un rollo de papel giratorio, como los de las tarjetas perforadas de computadora. Entonces, la barra activaba el sistema de fuelles que hacía a los “dedos” pulsar las teclas adecuadas. En modelos posteriores, todo el mecanismo quedó incorporado al piano mismo.
En algunos modelos, el usuario tenía que pedalear los fuelles para controlar el volumen y la velocidad, lo cual requería gran habilidad, de modo que pocas veces lograba éxito total al respecto. En modelos más avanzados, que se conocieron como pianos reproductores, los efectos expresivos de los pedales se incluyeron en una hoja perforada que reproducía cualquier matiz, de un concierto, como un cambio de tempo.
Pianistas famosos de todos los tipos de música, desde Rachmaninoff y Debussy hasta George Gershwin y “Fats” Waller, hacían cola para grabar sus interpretaciones en rollos de pianola, que se reproducían para  venderlos como los discos o los casettes actuales. La enorme ventaja del rollo era que la música se escuchaba en un piano de verdad (incluso en los discos compactos de hoy día inevitablemente se pierde algo de la calidad de la música interpretada en vivo, pese a los complejos procesos de grabación).
La tecnología computarizada de finales de siglo XX ha alcanzado a las pianolas. En la década de 1970, la compañía japonesa Marantz desarrolló el Pianaocorder, sistema de cinta magnética de computadora especialmente codificada, que se instalaba en un piano para que el pianista grabe mientras toca. Luego pude sentarse y escuchar, pues el instrumento reproduce la interpretación con todo y errores.

¿Sabía usted qué...?, Reader’s Digest, 1990