La Monodia Sacra
Si bien las
fuentes más antiguas de música polifónica (a varias partes o voces) datan del
comienzo de este periodo (por ejemplo, el tratado Musica enchiriadis, hacia el
850), las principales tradiciones heredadas eran monofónicas (a una sola parte
o voz). Todavía se discute sobre los orígenes exactos del canto litúrgico, que
hoy se conoce popularmente como canto gregoriano. Los manuscritos que han
llegado a nosotros de finales del siglo IX muestran una notable diversidad de
estilos regionales y unos tipos de notación musical (neumas) que indican sólo
el contorno aproximado de las melodías.
En cualquier
caso, los siglos X al XII fueron testigos de importantes avances dentro de este
repertorio. Se añadieron nuevos temas poéticos y musicales (por ejemplo, las
secuencias, tropos y conductus) a la liturgia tradicional, y las innovaciones
teóricas de Guido d’Arezzo, que condujeron a la producción por primera vez de
libros de cantos que utilizan la notación habitual en pentagramas. Una de las
novedades más importantes fue el drama litúrgico que floreció entre los siglos
XI y XII. Los ejemplos más antiguos, que fueron introducidos en las ceremonias
del Sábado Santo, representan la visita de las tres Marías a la tumba de Cristo
(Visitatio sepulchri) utilizando versiones ampliadas de los diálogos en canto
llano entre los ángeles y las tres mujeres. Los dramas eclesiásticos
posteriores utilizaron otros temas tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento
(por ejemplo, Ordo prophetarum) y, a veces, también la vida y milagros de los
santos (por ejemplo, de san Nicolás). La parte musical siguió basándose en
modelos del canto llano, pero aumentando su vocabulario expresivo con lamentos
apasionados (planctus) y gritos de ira. Parece que algunos de estos dramas
fueron escritos para diversión de los cantantes de coro (por ejemplo, El juego
de Daniel), así como para la enseñanza de la fe cristiana.
Enciclopédia
Encarta 2005